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Da igual lo que se firme en Londres: por qué el Brexit va a ser interminable
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Da igual lo que se firme en Londres: por qué el Brexit va a ser interminable

El nuevo pacto sellado entre Londres y Bruselas da carpetazo a una era y una doctrina populista. Pero las negociaciones entre el Reino Unido y la UE nunca terminarán, porque los británicos siguen en Europa

Foto: Sunak, a la salida de Downing Street. (EFE/Tolga Akmen)
Sunak, a la salida de Downing Street. (EFE/Tolga Akmen)

El Guildhall de Windsor es un edificio del siglo XVII elegido por muchas parejas para sellar su amor, como Carlos y Camila, Elton John y David Furnish o, más recientemente, Rishi Sunak y Ursula von der Leyen. Ciertamente, el suyo no es un matrimonio como tal. Pero a la puesta en escena del pasado lunes no le faltaron ingredientes para recalcar que aquello se trataba del inicio de una nueva relación entre el Reino Unido y la UE. Miradas de complicidad, halagos mutuos y lenguaje cargado de simbolismo: "Mi querido Rishi".

Tras años de polémica y esperpento, el primer ministro británico apostaba por el pragmatismo y Bruselas ofrecía gran flexibilidad (basada en una confianza que Boris Johnson no despertaba), por lo que se conseguía cerrar finalmente el pacto respecto a los controles aduaneros en Irlanda del Norte, pieza clave del divorcio para garantizar la protección del mercado único que hasta la fecha seguía coleando.

Foto: Hugh Elliott, embajador de Reino Unido en España. (Embajada británica)

¿Es posible que después de siete años se haya dado carpetazo al Brexit? Pues sí y no. Por una parte, el Brexit se da por concluido. Pese a que aún queda por conseguir el beneplácito de los unionistas norirlandeses del DUP, una clara mayoría en Westminster (y una clara mayoría dentro del propio Partido Conservador, ahí está la clave) se muestra ahora a favor del nuevo acuerdo que, aunque legalmente no tiene que ser votado en la Cámara de los Comunes, se someterá a escrutinio de los diputados puramente para sellar un consenso político.

Pero, por otra parte, el Brexit no ha hecho más que empezar. En realidad, el beneficio del nuevo marco consiste en restablecer las relaciones para conversaciones continuas sobre todo tipo de temas: energía, pesca, servicios financieros, coches eléctricos, productos químicos. Toda la cooperación comercial se revisará de nuevo en 2025.

En definitiva, de igual manera que Canadá nunca podrá ser ajena a lo que ocurre en Estados Unidos o India nunca podrá mantenerse al margen de lo que pase en China, el Reino Unido nunca podrá divorciarse como tal de la UE. Geográficamente, los británicos siguen en el mismo continente, por lo tanto, lo que ocurra en Bruselas, a nivel económico, político o de defensa, va a tener un impacto en sus vidas.

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak, estrecha la mano de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE/Chris J. Ratcliffe)

Así que el Brexit nunca va a terminar porque nunca van a terminar las negociaciones. Ni siquiera se ha llegado a alcanzar aún un pacto respecto a Gibraltar, la otra frontera física junto con Irlanda del Norte, que existe ahora entre el Reino Unido y la UE (y mercado único).

El fin del 'brexiterismo'

Lo que sí se puede dar por concluido es el brexiterismo, la doctrina populista que abogaba por una falsa insurrección contra el statu quo con una promesa irreal de cambiar las formas establecidas. Durante mucho tiempo, el brexiterismo dominó la política de Westminster apostando por un tipo de negociación basada en la arrogancia y amenaza. La confrontación con el bloque se planteaba como la única vía para garantizar la soberanía. El brexiterismo planteaba una lucha contra el establishment cuando en realidad el Brexit no ha sido más que un campo minado, diplomático y burocrático que solo ha sido posible sellar por la gobernanza del propio establishment.

Lógicamente, siempre seguirán existiendo algunas voces, como la de Nigel Farage o el propio Boris Johnson, que se niega a reconocer que ha sido el rey destronado, porque han construido toda su carrera sobre esta cruzada, y admitir que ha terminado supondría el fin de su misión (y sueldo). Pero la mayoría de los brexiters son conscientes que apenas representan ya una minoría sin interés ante un electorado fatigado con esta cuestión. No hay apetito ya entre los votantes por recrear las guerras en Westminster. El divorcio con la UE ha quedado ya fuera de los 10 principales temas de preocupación para el ciudadano.

Los propios norirlandeses, aunque aún sigan sin Gobierno de coalición en Belfast, consideran que el nuevo acuerdo mejora sus vidas al eliminar prácticamente la burocracia a la que hasta ahora estaban sometidos. Ahora podrán mandar regalos a sus familiares en Gran Bretaña sin papeleos y tener los medicamentos que apruebe la agencia reguladora del Reino Unido sin tener el visto bueno de la Agencia Europea de Medicamentos. Se acabó incluso la guerra de las salchichas, ya que se eliminan los controles a las carnes refrigeradas que lleguen desde Inglaterra.

La decisión de Sunak de estar el pasado martes con los trabajadores de la planta de Coca-Cola, en Lisburn, la circunscripción norirlandesa que representa, precisamente, Jeffrey Donaldson, líder del DUP, fue un buen movimiento para meter presión a la formación unionista, a la que se le ha dado "tiempo y espacio" ahora para que estudien los detalles del pacto.

Aunque, al mismo tiempo, la intervención del primer ministro ha acabado convertido en meme en las redes sociales. Sunak aseguraba en su apasionado discurso que su nuevo pacto deja ahora a la provincia británica de Irlanda del Norte en una situación "increíblemente especial", un imán para la inversión, al tener acceso al mercado británico y al mismo tiempo al mercado único de la UE. No deja de ser irónico. ¿No era precisamente esa la situación en la que se encontraba todo el Reino Unido antes de votar por el Brexit?

Lo cierto es que, pese a que Sunak siempre fue un euroescéptico convencido desde sus años escolares y en el histórico referéndum de 2016 votó por salir del bloque, siempre ha tenido claro que el Reino Unido no puede tener un presente y futuro brillante si no guarda buenas relaciones con Bruselas. Paradójicamente, se ha demostrado que la única forma de hacer funcionar el Brexit sin incendios económicos ni aislamiento diplomático es precisamente acercando posturas con la UE.

Y esta perspectiva es compartida también por el líder de la oposición laborista Keir Starmer. Por lo tanto, si hubiera cambio de Gobierno en las próximas elecciones generales (como así apuntan los sondeos que dan una ventaja de hasta 20 puntos a los laboristas), no hay ninguna amenaza de que vuelva la confrontación con Bruselas.

Tanto a Sunak como a Starmer les interesa ahora que el Brexit se desvíe hacia los márgenes del debate político, como una cuestión de aburrido consenso. Tanto uno como otro quieren dar a entender que, esta vez, el Brexit realmente está hecho. Y, de alguna manera, se le ha dado carpetazo. Pero, al mismo tiempo, no ha hecho más que empezar.

El Guildhall de Windsor es un edificio del siglo XVII elegido por muchas parejas para sellar su amor, como Carlos y Camila, Elton John y David Furnish o, más recientemente, Rishi Sunak y Ursula von der Leyen. Ciertamente, el suyo no es un matrimonio como tal. Pero a la puesta en escena del pasado lunes no le faltaron ingredientes para recalcar que aquello se trataba del inicio de una nueva relación entre el Reino Unido y la UE. Miradas de complicidad, halagos mutuos y lenguaje cargado de simbolismo: "Mi querido Rishi".

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